Como gastroenterólogo con más de 15 años de experiencia clínica en enfermedades hepáticas y digestivas, he tratado a cientos de pacientes con diagnóstico de hígado graso. Esto me ha permitido comprender en profundidad las causas, síntomas y opciones de tratamiento para esta afección, que cada vez afecta a más personas en la región.
La enfermedad de hígado graso no alcohólica (EHGNA) es una condición que se presenta con frecuencia en pacientes aparentemente sanos, pero que puede derivar en complicaciones graves si no se trata a tiempo. Este artículo tiene como objetivo ayudarte a entender qué es el hígado graso, sus causas, síntomas, tipos y tratamientos, además de ofrecerte recomendaciones prácticas para cuidar tu salud hepática.
¿Qué es la enfermedad del hígado graso no alcohólica?
La enfermedad de hígado graso no alcohólica (EHGNA) es una acumulación anormal de grasa en las células del hígado en personas que consumen poco o nada de alcohol. Este trastorno puede progresar silenciosamente desde una simple esteatosis hepática (acumulación de grasa) hasta formas más graves como la esteatohepatitis no alcohólica (NASH), fibrosis hepática o incluso cirrosis.
A diferencia de las enfermedades hepáticas asociadas al consumo excesivo de alcohol, el hígado graso tipo 2 o no alcohólico se asocia principalmente con factores metabólicos como la obesidad, la resistencia a la insulina y la diabetes tipo 2. Su detección temprana es crucial para prevenir su progresión a etapas más severas y potencialmente irreversibles.

¿A quién afecta el hígado graso no alcohólico?
El hígado graso no alcohólico puede afectar a personas de todas las edades, incluidos niños y adolescentes. Sin embargo, es más frecuente en adultos de mediana edad con sobrepeso u obesidad, especialmente aquellos con síndrome metabólico. También se observa con más frecuencia en personas con antecedentes familiares de diabetes o enfermedades hepáticas.
Aunque antes se pensaba que era una enfermedad exclusiva de los adultos, hoy se sabe que la EHGNA puede aparecer incluso en la infancia, lo cual refleja la creciente incidencia de la obesidad infantil. (explora mas de este tema) Asimismo, su prevalencia es mayor en personas con niveles elevados de triglicéridos o colesterol y en quienes llevan un estilo de vida sedentario.
¿Qué puede causarlo?
Afecciones de salud
Diversas condiciones médicas están estrechamente relacionadas con el desarrollo del hígado graso tipo 2. Entre ellas destacan la obesidad, la diabetes tipo 2, el síndrome de ovario poliquístico, la hipertensión arterial y la dislipidemia. Estas afecciones provocan una alteración del metabolismo de las grasas, lo que facilita su acumulación en el hígado.
La resistencia a la insulina es uno de los mecanismos más importantes en la aparición de esta enfermedad. En presencia de niveles altos de insulina en sangre, el cuerpo comienza a almacenar más grasa en el hígado, lo que inicia un proceso inflamatorio que puede conducir a daño hepático progresivo.
Genes
Factores genéticos también juegan un papel importante en la aparición del hígado graso. Algunos estudios han identificado variantes genéticas específicas, como el gen PNPLA3, que aumentan significativamente el riesgo de desarrollar EHGNA. Si en tu familia hay antecedentes de hígado graso, diabetes o enfermedades metabólicas, es posible que tengas una mayor predisposición.
La herencia genética no determina completamente la enfermedad, pero puede influir en su aparición y evolución. Por eso es fundamental adoptar hábitos saludables si existe una predisposición familiar.
La dieta y el aparato digestivo
Una alimentación rica en grasas saturadas, azúcares refinados y calorías vacías contribuye directamente al desarrollo del hígado graso. Asimismo, el consumo frecuente de alimentos ultraprocesados puede alterar la microbiota intestinal, generando inflamación sistémica y favoreciendo el depósito de grasa en el hígado.
El aparato digestivo, especialmente el intestino, juega un papel clave. Cuando la flora intestinal está desequilibrada (disbiosis), se incrementa la permeabilidad intestinal y llegan al hígado sustancias inflamatorias que aceleran la progresión del daño hepático.

¿Qué síntomas produce el hígado graso?
En sus etapas iniciales, el hígado graso suele ser asintomático, lo que dificulta su diagnóstico precoz. Sin embargo, a medida que avanza, pueden aparecer distintos signos y molestias.
Un dolor sordo o doloroso en la parte superior derecha de la barriga
Uno de los síntomas más comunes es una molestia persistente en el cuadrante superior derecho del abdomen. Este dolor no siempre es intenso, pero puede ser constante o aparecer tras las comidas pesadas. Se debe al agrandamiento del hígado por acumulación de grasa.
Este tipo de molestia suele pasarse por alto o confundirse con problemas gastrointestinales menores, pero es una señal de alerta que no debe ignorarse, especialmente si se acompaña de otros síntomas relacionados.
Cansancio extremo (fatiga) y debilidad
La fatiga crónica es una de las principales quejas de los pacientes con hígado graso. El organismo gasta mucha energía en combatir la inflamación hepática, lo que genera una sensación constante de agotamiento.
Esta debilidad no se alivia con el descanso y puede interferir con las actividades diarias. Es un síntoma inespecífico, pero muy común en enfermedades hepáticas crónicas.
Pérdida de peso inexplicable y pérdida de apetito
Cuando la enfermedad progresa a etapas más avanzadas, como la NASH o la cirrosis, puede aparecer una pérdida de peso sin causa aparente. Esto se asocia a una disminución del apetito y del metabolismo general del cuerpo.
Además, el daño hepático afecta la síntesis de proteínas y la absorción de nutrientes, lo que contribuye a una pérdida progresiva de masa muscular.

Inflamación en las piernas, tobillos y pies causada por una acumulación de líquido (edema)
En fases avanzadas del hígado graso, el hígado pierde la capacidad de sintetizar proteínas como la albúmina. Esto genera un desequilibrio en la presión osmótica, favoreciendo la retención de líquidos en las extremidades inferiores.
El edema suele notarse al final del día o tras estar de pie por mucho tiempo. Es una señal de que el hígado ya está comprometido funcionalmente.
Picazón en la piel
El hígado graso síntomas en la piel como la picazón (prurito) pueden aparecer cuando hay afectación biliar. Esto se debe a la acumulación de bilirrubina en la sangre, lo cual provoca irritación cutánea, principalmente en las extremidades y el torso.
Este síntoma también puede ir acompañado de otros signos cutáneos como manchas oscuras en el cuello o axilas (acantosis nigricans), especialmente en personas con resistencia a la insulina.

Tratamiento del hígado graso
El tratamiento para hígado graso se basa principalmente en cambios en el estilo de vida. No existe un medicamento específico aprobado para la EHGNA, pero ciertos fármacos pueden usarse para controlar enfermedades asociadas como la diabetes o el colesterol elevado.
En pacientes con inflamación hepática o fibrosis, se considera el uso de antioxidantes como la vitamina E y medicamentos sensibilizadores de la insulina bajo estricta supervisión médica. La pérdida de peso progresiva y sostenida (entre el 7 y 10% del peso corporal) ha demostrado ser el tratamiento más efectivo para revertir el daño hepático.
Enfoque | Objetivo | Beneficios |
Pérdida de peso | Reducir grasa hepática | Mejora la función hepática y reduce inflamación |
Dieta saludable | Disminuir grasas saturadas y azúcares | Control de factores de riesgo metabólicos |
Ejercicio | Aumentar metabolismo y reducir insulina | Mejora resistencia insulínica |
Control de enfermedades crónicas | Evitar progresión hepática | Mejora el pronóstico a largo plazo |
4 consejos para cuidarse si se padece hígado graso
Baja de peso
La pérdida de peso moderada, controlada y constante es fundamental para revertir el hígado graso. Se recomienda una reducción del 5 al 10% del peso corporal en un periodo de 6 meses a un año, preferiblemente con la guía de un profesional.
Evita las dietas extremas, ya que pueden empeorar la situación hepática. El objetivo debe ser una pérdida de peso sostenible con beneficios a largo plazo.
Opta por una dieta saludable
La dieta debe estar basada en frutas, verduras, legumbres, granos integrales, pescado y aceites saludables como el de oliva. Es esencial reducir el consumo de azúcares refinados, alcohol y alimentos ultraprocesados.
Una alimentación tipo mediterránea ha demostrado beneficios en pacientes con hígado graso, ayudando a mejorar los marcadores hepáticos y metabólicos.

Mantén bajo control tu diabetes y el exceso de colesterol
Controlar la glucemia y los lípidos es clave. Los niveles altos de azúcar y colesterol favorecen el depósito de grasa en el hígado, por lo que es fundamental mantener estos parámetros en rangos normales con dieta, ejercicio y, si es necesario, medicación.
Revisiones médicas periódicas y exámenes de sangre son esenciales para ajustar el tratamiento de forma individualizada.
Vacúnate contra la hepatitis A y B
Las personas con hígado graso tienen mayor riesgo de sufrir complicaciones si contraen infecciones hepáticas virales. Por eso, es recomendable estar vacunado contra la hepatitis A y B para proteger el hígado y evitar mayor daño.
Estas vacunas son seguras, efectivas y forman parte del esquema preventivo en pacientes con enfermedades hepáticas crónicas.

Preguntas frecuentes sobre el hígado graso
¿Cuáles son los síntomas del hígado graso en la piel?
Los síntomas del hígado graso en la piel incluyen picazón, manchas oscuras y cambios de color en la piel. Estos pueden indicar problemas en el procesamiento de bilis por el hígado.
¿Cómo se puede tratar el hígado graso tipo 2?
El tratamiento para hígado graso tipo 2 incluye dieta saludable, pérdida de peso, control de enfermedades metabólicas y en algunos casos medicamentos bajo supervisión médica.
¿El hígado graso produce fatiga?
Sí, uno de los síntomas comunes del hígado graso es la fatiga persistente, relacionada con la inflamación hepática crónica y la alteración metabólica.
¿Qué alimentos se deben evitar con hígado graso?
Se deben evitar azúcares, bebidas azucaradas, grasas saturadas, frituras, alcohol y ultraprocesados.
¿El hígado graso puede revertirse?
Sí, en la mayoría de los casos, el hígado graso puede revertirse con cambios en el estilo de vida, especialmente pérdida de peso y alimentación saludable.